Proverbios 27:1
No te jactes del día de mañana
No te jactes del día de mañana; Porque no sabes qué dará de sí el día.
No te jactes del día de mañana; Porque no sabes qué dará de sí el día.
Alábete el extraño, y no tu boca; El ajeno, y no tus labios.
Pesada es la piedra, y la arena pesa; Mas la ira del necio es más pesada que ambas cosas.
Cruel es la ira, e impetuoso el furor; Mas ¿quién podrá sostenerse delante de la envidia?
Mejor es reprensión manifiesta Que amor oculto.
Fieles son las heridas del que ama; Pero importunos los besos del que aborrece.
El hombre saciado desprecia el panal de miel; Pero al hambriento todo lo amargo es dulce.
Cual ave que se va de su nido, Tal es el hombre que se va de su lugar.
El ungüento y el perfume alegran el corazón: Y el amigo al hombre con el cordial consejo.
No dejes a tu amigo, ni al amigo de tu padre; Ni entres en casa de tu hermano el día de tu aflicción. Mejor es el vecino cerca que el hermano lejano.
Sé sabio, hijo mío, y alegra mi corazón, Y tendré qué responder al que me deshonrare.
El avisado ve el mal, y se esconde, Mas los simples pasan, y llevan el daño.
Quítale su ropa al que fió al extraño; Y al que fió a la extraña, tómale prenda.
El que bendice a su amigo en alta voz, madrugando de mañana, Por maldición se le contará.
Gotera continua en tiempo de lluvia, Y la mujer rencillosa, son semejantes:
Pretender contenerla es como refrenar el viento, O sujetar el aceite en la mano derecha.
Hierro con hierro se aguza; Y el hombre aguza el rostro de su amigo.
El que guarda la higuera, comerá su fruto; Y el que guarda a su señor, será honrado.
Como un agua se parece a otra, Así el corazón del hombre al otro.
El sepulcro y la perdición nunca se hartan: Así los ojos del hombre nunca están satisfechos.
El crisol prueba la plata, y la hornaza el oro: Y al hombre la boca del que lo alaba.
Aunque majes al necio en un mortero entre granos de trigo a pisón majados, No se quitará de él su necedad.
Considera atentamente el aspecto de tus ovejas; Pon tu corazón a tus rebaños:
Porque las riquezas no son para siempre; ¿Y será la corona para perpetuas generaciones?
Saldrá la grama, aparecerá la hierba, Y se segarán las hierbas de los montes.
Los corderos para tus vestidos, Y los cabritos para el precio del campo:
Y abundancia de leche de las cabras para tu mantenimiento, y para mantenimiento de tu casa, Y para sustento de tus criadas.